Colaboraciones de Stickistas : Tomás Díaz

La mañana del domingo 14 de febrero del 2016 fue el último momento para
terminar de ordenar el equipaje, la ropa, los artículos de aseo, un poco de
comida, el Chapman Stick y sus accesorios, sin embargo lo principal ya estaba
preparado.
Las ganas de participar en esta aventura que por diez días reuniría a más de
cincuenta personas de diferentes nacionalidades en un ensamble de música folk.
Hablo sobre la segunda versión de ChilEtno, un campamento musical que reunió
a músicos de Alemania, Bélgica, Escocia, Suecia, Francia, República Checa,
Rusia, Argentina y Chile.
Rodeados de verdes árboles y unos días de verano increíbles en la zona central
del país, en una localidad cercana de la Sexta Región de Chile, llamada Graneros,
se encontraba nuestro centro de operaciones. Ahí mismo fue se realizaron extensas
y agotadoras jornadas de ensayos que nos permitieron armar un repertorio de aproximadamente quince canciones en tres días, pero ¿Cómo logramos esto?
Ese domingo todos nos encontramos en Rancagua, para después trasladarnos a
Graneros, el objetivo de ese día era dar a conocer el plan de trabajo, armar un
itinerario y organizar la presentación de las comisiones que venían de otros países
- fue allí en donde tuve la oportunidad de mostrar el Chapman Stick que traía en
mis manos, probablemente el instrumento más extraño que tendría el ensamble -.
Después de varias conversaciones y ya comenzando a generar el ambiente, se dio
a conocer la forma de trabajo: Cada país presentaba un tema folklórico al grupo
en el cual él o los representantes enseñaban la melodía que era aprendida “a oído”
por todos nosotros, después de ello se enseñaban las letras de las respectivas
canciones - en algunos casos debían ser escritas españolizadas para acercarse a la
fonética correcta - y posteriormente trabajábamos las progresiones armónicas
finalizando con el respectivo arreglo del tema. Se trabajaban en promedio cuatro
canciones por día en ensayos que duraban desde las nueve de la mañana a las nueve
de la noche. Ya al finalizar la jornada, cada comisión enseñaba el baile tradicional
asociado a la canción, de esta forma se pretendía absorber la esencia de cada forma
musical lo más rápido posible.
Fueron tres días de arduos ensayos para preparar el repertorio, algunas melodías destacaban por su alta dificultad técnica y se volvieron un gran desafío para todos,
por ejemplo la canción de Escocia o la de Suecia. Personalmente, en ese momento divagaba en cuál era mejor función que podía tomar el Stick dentro del ensamble,
me gustaban las melodías pero entre acordeones, violines, saxofones, guitarras
y flautas, el timbre del tapping quedaba totalmente enmascarado bajo estos
instrumentos; fue en ese momento en donde tomé la decisión de ir a un lugar en
donde podría obtener mejores resultados usando el registro disponible y aportar
mucho más al ensamble, aprovechando mi experiencia como bajista comencé a
hacer las líneas de bajo, la profundidad y el timbre percusivo le daban un toque
bastante interesante a la sonoridad general. A esas alturas y dada la dificultad para
aprenderse el nombre de todos los presentes, comenzaron a llamarme “Stickman”.
Al cuarto día desde el inicio de los ensayos – siendo ya día jueves - comenzamos
nuestra gira por diferentes ciudades, en el aire se respiraba una mezcla entre
ansiedad y emoción por ver cómo funcionaban los arreglos, la primera prueba
para cincuenta músicos que por primera vez tocaban juntos y que habían sido
seleccionados unas semanas antes en una postulación abierta. El resultado fue
más que satisfactorio y cada concierto que tocábamos mejoraba
considerablemente la unión del equipo; así fue como dimos ocho conciertos en
siete días, lo más destacable fue cuando tocamos en la localidad de Requinoa
en donde sin habernos informado previamente nos grabaron. Fue tal fue nuestra
sorpresa cuando todo había terminado - el teatro ya sin público - y de pronto
comenzó a sonar el registro del concierto, nuestras caras de sorpresa no se
hicieron esperar, era nuestro trabajo que en forma impecable lucía melodías de
diferentes países, entre abrazos y sonrisas escuchábamos la maravilla que resultaba
del trabajo en equipo de un grupo de personas que estaban unidos por la música.
Esta grabación está disponible online. Otro concierto memorable se realizó el
último día de la gira, en el Centro Penitenciario “La Gonzalina” de Rancagua,
donde interpretamos nuestro repertorio para los reos de la cárcel y después
tuvimos la oportunidad de conversar con algunos de ellos, para nuestra sorpresa
algunos eran músicos e incluso uno me preguntó si mi instrumento era el mismo
que tocaba Tony Levin de King Crimson. Nos llamó la atención también un gran
lienzo se ubicaba sobre nuestro improvisado escenario, nos contaron que había
sido confeccionado totalmente a mano unos días antes de nuestra visita, muestra
de las expectativas que generaba nuestra presentación en ese lugar.
Así fue como pasaron esos diez días llenos de música, ensayos, viajes, bailes,
conciertos, y más viajes, en donde cada mañana a primera hora alguien se
asomaba por la puerta tocando alguna canción para recordarnos que un nuevo
día comenzaba, a decir verdad, ha sido el mejor despertador que he tenido en
la vida. En el último día, las despedidas fueron la tónica, cada uno tomó su propio
rumbo, a seguir con su vida, probablemente algunos jamás volverán a verse de
nuevo, otros nos encontramos ocasionalmente por ahí, acompañado de un saludo
fraterno vienen a la mente recuerdos de ésta maravillosa experiencia.
Sólo me queda decir que quizás la mayoría nos seguimos preguntando: ¿Dónde
están los acordeones? ¿Dónde están los violines? ¿Por qué ahora es tan extraño
el silencio?

Tomás Díaz
Rancagua - Chile
Julio 2016.

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Gracias Tomás por compartir tu experiencia con nosotros.
Epakta
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Concierto en el Teatro de Requinoa: https://soundcloud.com/chiletno/
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Fotos y videos : © Louise Dautheribes McKerl y © Luis Chirino Gálvez